EL TRABAJO A TRAVÉS DE LA HISTORIA
- Javier Alvarez Dorronsoro -
Las siguientes líneas tratan de proyectar una breve visión histórica
del trabajo. Esta perspectiva permite, a mi juicio, explicar la
génesis del significado del trabajo. El trabajo, tal como hoy lo
conocemos, no es un hecho natural; tanto su contenido como el papel
que ha jugado en las vidas de los seres humanos no ha sido siempre el
mismo, sino que se ha modificado a lo largo de la historia. A partir
de esa visión podemos evaluar mejor las pérdidas o los progresos que
ha experimentado la institución del trabajo.
En el mundo antiguo y en las comunidades primitivas no existe un
término como el de trabajo con el que hoy englobamos actividades muy
diversas, asalariadas y no asalariadas, penosas y satisfactorias,
necesarias para ganarse la vida o para cubrir las propias necesidades.
En el mundo griego se juzgaba que la cualificación y la distinción
entre actividades era algo esencial. Aristóteles distinguía entre
actividades libres y serviles y rechazaba estas últimas porque
"inutilizaban al cuerpo, al alma y a la inteligencia para el uso o la
práctica de la virtud"; comparaba el trabajo "que se hace para otros"
al del esclavo y criticaba con energía la actividad crematística que
"pone todas las facultades al servicio de producir dinero".
Consideraba que la finalidad de la actividad tenía extrema
importancia, pero dicho fin no se podía restringir a la utilidad de
las actividades. Aristóteles entendía que las actividades son útiles
(leer y escribir, por ejemplo, era útil para la administración de la
casa; el dibujo para evaluar el trabajo de los artesanos), pero las
actividades, a su entender, no debían perseguir siempre la utilidad.
"Buscar en todo la utilidad es lo que menos se ajusta a las personas
libres y magnánimas". Era también preciso preguntarse, según él, en
que modo determinadas actividades contribuyen a la formación del
carácter y del alma (Aristóteles, 1988).
En aquellos tiempos el ocio era mucho más valorado que en la
actualidad y más apreciado que cualquier tipo de trabajo. Pensadores y
filósofos llamaban a reflexionar sobre la manera de ocupar este tiempo
de no trabajo. "En efecto -dice Aristóteles- ambos (trabajo correcto y
ocio) son necesarios, pero el ocio es preferible tanto al trabajo como
a su fin, hemos de investigar a qué debemos dedicar nuestro ocio… y
también deben aprenderse y formar parte de la educación ciertas cosas
con vistas a un ocio en la diversión…" (Aristóteles, 1988)
En Grecia se estableció una diferencia radical entre dos esferas de
actividad: la relacionada con el mundo común, y la relativa a la
conservación de la vida. La política –no concebida como una profesión
de especialistas, como se hace actualmente- era la actividad
paradigmática en ese primer mundo, al que tenían acceso todos los
ciudadanos libres. La relación entre estos dos mundos podemos
representarla, como hace Arendt, mediante la dialéctica entre la
libertad y la necesidad. Las actividades del mundo de lo común o de la
polis constituirían el ámbito de la libertad, mientras que las tareas
dirigidas a la conservación de la vida, que contribuían al desarrollo
de la comunidad familiar, conformaban el ámbito de la necesidad. Era
preciso que un determinado sector de la sociedad ejerciera estas
últimas funciones –predominantemente los esclavos- para que otros
sector, el de los hombres libres, pudiera dedicarse a las actividades
realmente estimadas (Arendt, 1993).
En la época medieval el trabajo en general no ganó mayor aprecio.
Desde la perspectiva cristiana hay una inclinación a justificar el
trabajo, pero no a verlo como algo valioso. Los pensadores cristianos
hacían referencia al principio paulino "quien no trabaja no debe
comer…", pero entendían que el trabajo era un castigo o, cuando menos
un deber. Se justificaba el trabajo por la maldición bíblica y por la
necesidad de evitar estar ocioso. Como vemos el ocio comienza a
adquirir otra connotación algo distinta a la del mundo antiguo. Sin
embargo, la vida monástica dedicada a la contemplación se valora mejor
que el trabajo. Para legitimar esta excepción al principio paulino,
filósofos como Santo Tomás argumentan que el trabajo es un deber que
incumbe a la especie humana, pero no a cada hombre en particular.
Por otra parte, al trabajo no se le atribuye, a diferencia de lo que
ocurre en la actualidad, un papel trascendente en la sociabilidad.
Tanto en el mundo antiguo como en la Edad Media se ve al ser humano
como un ser sociable por naturaleza. No hay que inventar razones para
justificar la agrupación de los individuos en sociedad, como se hará
más tarde a través de los modelos contractualistas. Las personas,
según esa perspectiva, solo pueden realizarse o completarse como
tales, viviendo en sociedad; al margen de ella, llegó a decir
Aristóteles, el hombre "o es una bestia, o es un Dios". Su telos es un
fin compartido que no puede alcanzarse aisladamente. El trabajo no es
el fundamento de la asociación humana. Para los griegos, la actividad
asociativa por excelencia era la actividad política.
Con el pensamiento moderno nace una concepción muy diferente del
trabajo. En primer lugar, aparece como una actividad abstracta,
indiferenciada. No hay actividades libres y serviles, todo es trabajo
y como tal se hace acreedor de la misma valoración, como luego
veremos, muy positiva, incluso apologética. En la literatura sobre el
desarrollo del capitalismo encontramos dos explicaciones, ambas
convincentes, de esta transformación de la actividad diferenciada en
trabajo neutro. Según Marx, la mudanza tiene lugar cuando se produce
predominantemente para el mercado y el trabajo se convierte en valor
de cambio. Según Weber, desde la perspectiva luterana del trabajo se
juzgaba que todas las profesiones merecían la misma consideración,
independientemente de su modalidad y de sus efectos sociales. Lo
decisivo para cada persona era el cumplimiento de sus propios deberes.
Esto se ajustaba a la voluntad de Dios y era la manera de agradarle.
La visión del trabajo como actividad fundamentalmente homogénea, no
diferenciada, tenía también consecuencias prácticas: enmascaraba la
diferencia entre trabajo penoso y satisfactorio, y entre el trabajo
manual y el trabajo intelectual; justificaba la desigualdad como
necesidad técnica debida a la división del trabajo; y por último,
encubría el hecho de que el trabajo es un elemento discriminador por
excelencia debido al diverso estatus de vida que proporciona según el
lugar que ocupan los individuos en la producción.
Sin embargo, esta concepción del trabajo ha venido coexistiendo con
una cierta jerarquización (al margen de su consideración moral) basada
en criterios económicos, justificados en buena medida por los teóricos
de la ciencia económica. Desde esta perspectiva, los niveles más altos
de la escala correspondían al trabajo productor de plusvalía,
denominado trabajo productivo; al que se intercambiaba por dinero a
través del comercio o del salario (frente al trabajo que no reunía
estos requisitos como es el trabajo doméstico) y al trabajo
identificado con la creación de productos artificiales. Como
correlato, se despreciaba el trabajo dedicado a las necesidades
vitales y el trabajo que no dejaba huella, monumento o prueba para ser
recordado. El trabajo dedicado a las labores naturales como la
reproducción o el cuidado carecía de valor.
En segundo lugar el pensamiento moderno mitificó la idea del trabajo.
La literatura de los grandes pensadores de la época contribuyó a esta
mutación proporcionando argumentos en favor de su fundamentación. Para
John Locke el trabajo era la fuente de propiedad . Según él, Dios
ofreció el mundo a los seres humanos y cada hombre era libre de
apropiarse de aquello que fuera capaz de transformar con sus manos
(John Locke, 1990). Para Adam Smith el trabajo era la fuente de toda
riqueza. Las teorías del valor de Adam Smith y de David Ricardo tenían
su base en la idea de que el trabajo incorporado al producto
constituía la fuente de propiedad y de valor (Myrdal, 1967).
Una nueva perspectiva teológica del trabajo favoreció también su
mitificación. Comenzó a ser visto no como un castigo divino o
simplemente como un deber, sino como el mejor medio de realización
humana. El trabajo adquirió nuevos significados: a) un sentido
cósmico, según el cual el ser humano completaba la obra que Dios le
entregó para que la embelleciera y la perfeccionara; b) un sentido
personal, por ser el mejor medio para que el individuo, que nace débil
y necesitado, encontrara su perfección; c) un sentido social, en la
medida en que el trabajo era el factor decisivo en la "creación de
sociedad" y la impulsión del progreso (Ruben Sanabria, 1980 ). La
ética puritana, en particular, completaba esta idea trascendente del
trabajo al considerarlo como un "fin en sí mismo" (lejos de la
concepción de Tomas de Aquino que lo entendía como un medio para la
conservación personal y social) y como el elemento que da sentido a la
vida.
La exaltación del trabajo en el momento del desarrollo industrial era
compartida por muchos sectores sociales. A finales del siglo XIX Paul
Lafargue, si bien culpaba a la moral burguesa y cristiana de haber
inculcado a la sociedad el "amor al trabajo", reconocía en las clases
trabajadoras una "pasión amorosa" por el mismo:
Una pasión invade a las clases obreras de los países en que reina la
civilización capitalista; una pasión que en la sociedad moderna tiene
por consecuencia las miserias individuales y sociales que desde hace
dos siglos torturan a la triste Humanidad. Esa pasión es el amor al
trabajo, el furibundo frenesí del trabajo, llevado hasta el
agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenitura.
En vez de reaccionar contra esa aberración mental, los curas, los
economistas y los moralistas han sacrosantificado el trabajo. Hombres
ciegos y de limitada inteligencia han querido ser más sabios que su
Dios; seres débiles y detestables, han pretendido rehabilitar lo que
su Dios ha maldecido (Lafargue, 1973).
Lafargue pertenece a la tradición socialista pero ésta no mantiene ni
mucho menos una posición unánime en la crítica del trabajo. Saint-
Simon, por ejemplo, proponía sustituir el principio evangélico de "el
hombre debe trabajar" por "el hombre más dichoso es el que trabaja" y
afirmaba que "la humanidad gozaría de toda la dicha a la que puede
aspirar si no hubiera ociosos". El reformador social Etienne Cabet se
disponía a acabar en su Icaria con la pereza e imponer la
obligatoriedad del trabajo. El Manifiesto del primer congreso de la
Asociación Internacional del Trabajo (AIT) exaltaba el "trabajo grande
y noble, fuente de toda riqueza y de toda moralidad" (Pérez de
Ledesma, 1979).
En el propio Karl Marx la consideración sobre el trabajo tampoco
presenta unos perfiles muy nítidos. Mantuvo una visión positiva del
mismo en cuanto que actividad potencial (fuente de toda productividad
y expresión de la misma humanidad del hombre) no como existía en la
realidad. Criticó el trabajo en la sociedad capitalista como actividad
enajenada ("el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo
como un objeto extraño") y señaló los efectos perniciosos de la
división del trabajo en la Ideología alemana. Consideró que la
supresión del trabajo debía ser uno de los objetivos fundamentales del
comunismo. De hecho, en la Crítica al Programa del Partido Obrero
Alemán, refiriéndose a la fase superior de la sociedad comunista,
señaló que "la subordinación esclavizadora de los individuos a la
división del trabajo habrá desaparecido y, como consecuencia, la
oposición entre el trabajo manual y el trabajo intelectual" (Marx,
1965-68 , en Dumont, 1982).
Sin embargo, para Marx, el desarrollo de la productividad (ligada a la
división del trabajo) era una precondición para la sociedad comunista
y, al mismo tiempo, muchos de los males de la sociedad capitalista
guardaban relación con la división del trabajo. Esta suerte de
paradojas en las que el establecimiento a través de un proceso penoso
de unas determinadas condiciones posibilitaba la liberación o
emancipación a más largo plazo jugó un papel decisivo en la tradición
socialista a la hora de justificar el presente (y más todavía cuando
este presente estaba gobernado por la clase trabajadora, como ocurría
en los llamados países socialistas). Así, los efectos nocivos y
embrutecedores de los procesos que promovían un aumento de
productividad eran subestimados o embellecidos porque acercaban
objetivamente las condiciones de posibilidad del comunismo.
El enaltecimiento del trabajo llevó consigo el menosprecio por otro
tipo de actividades y una nueva concepción del tiempo. Se juzgaba que
el tiempo era valioso desde el momento en el que estaba dedicado a la
producción y al trabajo. Ocuparlo con otras actividades era perder el
tiempo, "estar ocioso". Desde las primeras décadas del desarrollo
industrial dedicar tiempo al ocio fue sinónimo de degradación. Las
palabras de Benjamin Franklin "el tiempo es oro" ilustran el espíritu
de la época al respecto. Cuando Franklin hace referencia al trabajo
dentro del catálogo de virtudes, anota lo siguiente: "Trabajo: no
perder el tiempo; estar siempre ocupado en hacer alguna cosa
provechosa; evitar las acciones innecesarias".
E.P. Thompson en su obra Costumbres en común relata como se pasa de la
modalidad del trabajo en la que las tareas determinan los ritmos y la
dedicación al trabajo regulado por el tiempo. La primera modalidad
reúne dos características: a) es más comprensible desde un punto de
vista humano; b) establece una distinción menor entre el trabajo y la
vida. Las relaciones sociales y el trabajo están entremezcladas -la
jornada de trabajo se alarga o contrae de acuerdo con las labores
necesarias- y no hay conflicto entre el trabajo y el "pasar el
tiempo".
En la segunda modalidad los empresarios calculan sus expectativas
sobre el trabajo contratado en "jornadas (por ejemplo, cuánto cereal
podía segar un hombre en una jornada). El patrón dispone del tiempo de
su mano de obra y debe evitar que se malgaste. No es el quehacer el
que domina sino el valor del tiempo al ser reducido a dinero. El
tiempo se convirtió así en moneda: no pasaba sino que se gastaba
(Thompson, 1995). No es de extrañar que esta nueva evaluación del
tiempo llevara progresivamente a una reducción del número de fiestas
del calendario (Naredo, 1997)
El trabajo se convirtió, por otra parte, en el lugar privilegiado de
creación de solidaridad de las clases trabajadoras, pero al mismo
tiempo otros factores de sociabilidad fueron desestimados (los lazos
comunitarios, las identidades colectivas no basadas en el trabajo,
etc.). El pensamiento moderno inventó al individuo y a partir de esta
creación se vio en la necesidad de explicar la construcción de la
sociedad. Lo hizo mediante los modelos contractualistas de Locke, de
Hobbes o de Rouseau, pero también a través del artificio smithiano
conforme al cual la división del trabajo y el comercio juegan un papel
fundamental en la formación y estructuración de la sociedad.
Los rasgos del trabajo hasta aquí descritos están de alguna manera
presentes en nuestras actuales concepciones. Algunos de ellos, como la
noción del ocio, han sufrido recientemente modificaciones pero no
tanto como para alterar la idea de la superioridad del tiempo
entregado al trabajo sobre el dedicado a otro tipo de actividades. La
constatación de esta realidad llevó al historiador E.P. Thompson a la
siguiente reflexión: "Si conservamos una valoración puritana del
tiempo, una valoración de mercancía, entonces (el ocio) se convertirá
en un problema consistente en cómo hacer de él un tiempo útil o cómo
explotarlo para las industrias del ocio. Pero si la idea de finalidad
en el uso del tiempo se hace menos compulsiva, los hombres tendrán que
reaprender algunas de las artes de vivir perdidas con la revolución
industrial" (Arendt, 1993).
La era moderna incorporó a la consideración del trabajo aspectos muy
pocos positivos, sin embargo en el curso de la misma el trabajo
alcanzó una trascendencia en la conformación de la sociedad como nunca
tuvo en épocas anteriores. La crisis económica actual, sin embargo,
exige la puesta en cuestión de una buena parte de las ideas heredadas
sobre el trabajo, aunque ello no resulta nada fácil. La pensadora
alemana Hanna Arendt, anticipándose en algunas décadas a la situación
actual de desempleo expresaba así su escepticismo: "La Edad Moderna
trajo consigo la glorificación teórica del trabajo, cuya consecuencia
ha sido la transformación de toda la sociedad en una sociedad de
trabajo. Por lo tanto, la realización del deseo, al igual que sucede
en los cuentos de hadas, llega un momento en que sólo puede ser
contraproducente, puesto que se trata de una sociedad de trabajadores
que está a punto de ser liberada de las trabas del trabajo y dicha
sociedad desconoce esas otras actividades más elevadas y
significativas por cuya causa merecería ganarse la libertad"
- Javier Alvarez Dorronsoro -
Las siguientes líneas tratan de proyectar una breve visión histórica
del trabajo. Esta perspectiva permite, a mi juicio, explicar la
génesis del significado del trabajo. El trabajo, tal como hoy lo
conocemos, no es un hecho natural; tanto su contenido como el papel
que ha jugado en las vidas de los seres humanos no ha sido siempre el
mismo, sino que se ha modificado a lo largo de la historia. A partir
de esa visión podemos evaluar mejor las pérdidas o los progresos que
ha experimentado la institución del trabajo.
En el mundo antiguo y en las comunidades primitivas no existe un
término como el de trabajo con el que hoy englobamos actividades muy
diversas, asalariadas y no asalariadas, penosas y satisfactorias,
necesarias para ganarse la vida o para cubrir las propias necesidades.
En el mundo griego se juzgaba que la cualificación y la distinción
entre actividades era algo esencial. Aristóteles distinguía entre
actividades libres y serviles y rechazaba estas últimas porque
"inutilizaban al cuerpo, al alma y a la inteligencia para el uso o la
práctica de la virtud"; comparaba el trabajo "que se hace para otros"
al del esclavo y criticaba con energía la actividad crematística que
"pone todas las facultades al servicio de producir dinero".
Consideraba que la finalidad de la actividad tenía extrema
importancia, pero dicho fin no se podía restringir a la utilidad de
las actividades. Aristóteles entendía que las actividades son útiles
(leer y escribir, por ejemplo, era útil para la administración de la
casa; el dibujo para evaluar el trabajo de los artesanos), pero las
actividades, a su entender, no debían perseguir siempre la utilidad.
"Buscar en todo la utilidad es lo que menos se ajusta a las personas
libres y magnánimas". Era también preciso preguntarse, según él, en
que modo determinadas actividades contribuyen a la formación del
carácter y del alma (Aristóteles, 1988).
En aquellos tiempos el ocio era mucho más valorado que en la
actualidad y más apreciado que cualquier tipo de trabajo. Pensadores y
filósofos llamaban a reflexionar sobre la manera de ocupar este tiempo
de no trabajo. "En efecto -dice Aristóteles- ambos (trabajo correcto y
ocio) son necesarios, pero el ocio es preferible tanto al trabajo como
a su fin, hemos de investigar a qué debemos dedicar nuestro ocio… y
también deben aprenderse y formar parte de la educación ciertas cosas
con vistas a un ocio en la diversión…" (Aristóteles, 1988)
En Grecia se estableció una diferencia radical entre dos esferas de
actividad: la relacionada con el mundo común, y la relativa a la
conservación de la vida. La política –no concebida como una profesión
de especialistas, como se hace actualmente- era la actividad
paradigmática en ese primer mundo, al que tenían acceso todos los
ciudadanos libres. La relación entre estos dos mundos podemos
representarla, como hace Arendt, mediante la dialéctica entre la
libertad y la necesidad. Las actividades del mundo de lo común o de la
polis constituirían el ámbito de la libertad, mientras que las tareas
dirigidas a la conservación de la vida, que contribuían al desarrollo
de la comunidad familiar, conformaban el ámbito de la necesidad. Era
preciso que un determinado sector de la sociedad ejerciera estas
últimas funciones –predominantemente los esclavos- para que otros
sector, el de los hombres libres, pudiera dedicarse a las actividades
realmente estimadas (Arendt, 1993).
En la época medieval el trabajo en general no ganó mayor aprecio.
Desde la perspectiva cristiana hay una inclinación a justificar el
trabajo, pero no a verlo como algo valioso. Los pensadores cristianos
hacían referencia al principio paulino "quien no trabaja no debe
comer…", pero entendían que el trabajo era un castigo o, cuando menos
un deber. Se justificaba el trabajo por la maldición bíblica y por la
necesidad de evitar estar ocioso. Como vemos el ocio comienza a
adquirir otra connotación algo distinta a la del mundo antiguo. Sin
embargo, la vida monástica dedicada a la contemplación se valora mejor
que el trabajo. Para legitimar esta excepción al principio paulino,
filósofos como Santo Tomás argumentan que el trabajo es un deber que
incumbe a la especie humana, pero no a cada hombre en particular.
Por otra parte, al trabajo no se le atribuye, a diferencia de lo que
ocurre en la actualidad, un papel trascendente en la sociabilidad.
Tanto en el mundo antiguo como en la Edad Media se ve al ser humano
como un ser sociable por naturaleza. No hay que inventar razones para
justificar la agrupación de los individuos en sociedad, como se hará
más tarde a través de los modelos contractualistas. Las personas,
según esa perspectiva, solo pueden realizarse o completarse como
tales, viviendo en sociedad; al margen de ella, llegó a decir
Aristóteles, el hombre "o es una bestia, o es un Dios". Su telos es un
fin compartido que no puede alcanzarse aisladamente. El trabajo no es
el fundamento de la asociación humana. Para los griegos, la actividad
asociativa por excelencia era la actividad política.
Con el pensamiento moderno nace una concepción muy diferente del
trabajo. En primer lugar, aparece como una actividad abstracta,
indiferenciada. No hay actividades libres y serviles, todo es trabajo
y como tal se hace acreedor de la misma valoración, como luego
veremos, muy positiva, incluso apologética. En la literatura sobre el
desarrollo del capitalismo encontramos dos explicaciones, ambas
convincentes, de esta transformación de la actividad diferenciada en
trabajo neutro. Según Marx, la mudanza tiene lugar cuando se produce
predominantemente para el mercado y el trabajo se convierte en valor
de cambio. Según Weber, desde la perspectiva luterana del trabajo se
juzgaba que todas las profesiones merecían la misma consideración,
independientemente de su modalidad y de sus efectos sociales. Lo
decisivo para cada persona era el cumplimiento de sus propios deberes.
Esto se ajustaba a la voluntad de Dios y era la manera de agradarle.
La visión del trabajo como actividad fundamentalmente homogénea, no
diferenciada, tenía también consecuencias prácticas: enmascaraba la
diferencia entre trabajo penoso y satisfactorio, y entre el trabajo
manual y el trabajo intelectual; justificaba la desigualdad como
necesidad técnica debida a la división del trabajo; y por último,
encubría el hecho de que el trabajo es un elemento discriminador por
excelencia debido al diverso estatus de vida que proporciona según el
lugar que ocupan los individuos en la producción.
Sin embargo, esta concepción del trabajo ha venido coexistiendo con
una cierta jerarquización (al margen de su consideración moral) basada
en criterios económicos, justificados en buena medida por los teóricos
de la ciencia económica. Desde esta perspectiva, los niveles más altos
de la escala correspondían al trabajo productor de plusvalía,
denominado trabajo productivo; al que se intercambiaba por dinero a
través del comercio o del salario (frente al trabajo que no reunía
estos requisitos como es el trabajo doméstico) y al trabajo
identificado con la creación de productos artificiales. Como
correlato, se despreciaba el trabajo dedicado a las necesidades
vitales y el trabajo que no dejaba huella, monumento o prueba para ser
recordado. El trabajo dedicado a las labores naturales como la
reproducción o el cuidado carecía de valor.
En segundo lugar el pensamiento moderno mitificó la idea del trabajo.
La literatura de los grandes pensadores de la época contribuyó a esta
mutación proporcionando argumentos en favor de su fundamentación. Para
John Locke el trabajo era la fuente de propiedad . Según él, Dios
ofreció el mundo a los seres humanos y cada hombre era libre de
apropiarse de aquello que fuera capaz de transformar con sus manos
(John Locke, 1990). Para Adam Smith el trabajo era la fuente de toda
riqueza. Las teorías del valor de Adam Smith y de David Ricardo tenían
su base en la idea de que el trabajo incorporado al producto
constituía la fuente de propiedad y de valor (Myrdal, 1967).
Una nueva perspectiva teológica del trabajo favoreció también su
mitificación. Comenzó a ser visto no como un castigo divino o
simplemente como un deber, sino como el mejor medio de realización
humana. El trabajo adquirió nuevos significados: a) un sentido
cósmico, según el cual el ser humano completaba la obra que Dios le
entregó para que la embelleciera y la perfeccionara; b) un sentido
personal, por ser el mejor medio para que el individuo, que nace débil
y necesitado, encontrara su perfección; c) un sentido social, en la
medida en que el trabajo era el factor decisivo en la "creación de
sociedad" y la impulsión del progreso (Ruben Sanabria, 1980 ). La
ética puritana, en particular, completaba esta idea trascendente del
trabajo al considerarlo como un "fin en sí mismo" (lejos de la
concepción de Tomas de Aquino que lo entendía como un medio para la
conservación personal y social) y como el elemento que da sentido a la
vida.
La exaltación del trabajo en el momento del desarrollo industrial era
compartida por muchos sectores sociales. A finales del siglo XIX Paul
Lafargue, si bien culpaba a la moral burguesa y cristiana de haber
inculcado a la sociedad el "amor al trabajo", reconocía en las clases
trabajadoras una "pasión amorosa" por el mismo:
Una pasión invade a las clases obreras de los países en que reina la
civilización capitalista; una pasión que en la sociedad moderna tiene
por consecuencia las miserias individuales y sociales que desde hace
dos siglos torturan a la triste Humanidad. Esa pasión es el amor al
trabajo, el furibundo frenesí del trabajo, llevado hasta el
agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenitura.
En vez de reaccionar contra esa aberración mental, los curas, los
economistas y los moralistas han sacrosantificado el trabajo. Hombres
ciegos y de limitada inteligencia han querido ser más sabios que su
Dios; seres débiles y detestables, han pretendido rehabilitar lo que
su Dios ha maldecido (Lafargue, 1973).
Lafargue pertenece a la tradición socialista pero ésta no mantiene ni
mucho menos una posición unánime en la crítica del trabajo. Saint-
Simon, por ejemplo, proponía sustituir el principio evangélico de "el
hombre debe trabajar" por "el hombre más dichoso es el que trabaja" y
afirmaba que "la humanidad gozaría de toda la dicha a la que puede
aspirar si no hubiera ociosos". El reformador social Etienne Cabet se
disponía a acabar en su Icaria con la pereza e imponer la
obligatoriedad del trabajo. El Manifiesto del primer congreso de la
Asociación Internacional del Trabajo (AIT) exaltaba el "trabajo grande
y noble, fuente de toda riqueza y de toda moralidad" (Pérez de
Ledesma, 1979).
En el propio Karl Marx la consideración sobre el trabajo tampoco
presenta unos perfiles muy nítidos. Mantuvo una visión positiva del
mismo en cuanto que actividad potencial (fuente de toda productividad
y expresión de la misma humanidad del hombre) no como existía en la
realidad. Criticó el trabajo en la sociedad capitalista como actividad
enajenada ("el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo
como un objeto extraño") y señaló los efectos perniciosos de la
división del trabajo en la Ideología alemana. Consideró que la
supresión del trabajo debía ser uno de los objetivos fundamentales del
comunismo. De hecho, en la Crítica al Programa del Partido Obrero
Alemán, refiriéndose a la fase superior de la sociedad comunista,
señaló que "la subordinación esclavizadora de los individuos a la
división del trabajo habrá desaparecido y, como consecuencia, la
oposición entre el trabajo manual y el trabajo intelectual" (Marx,
1965-68 , en Dumont, 1982).
Sin embargo, para Marx, el desarrollo de la productividad (ligada a la
división del trabajo) era una precondición para la sociedad comunista
y, al mismo tiempo, muchos de los males de la sociedad capitalista
guardaban relación con la división del trabajo. Esta suerte de
paradojas en las que el establecimiento a través de un proceso penoso
de unas determinadas condiciones posibilitaba la liberación o
emancipación a más largo plazo jugó un papel decisivo en la tradición
socialista a la hora de justificar el presente (y más todavía cuando
este presente estaba gobernado por la clase trabajadora, como ocurría
en los llamados países socialistas). Así, los efectos nocivos y
embrutecedores de los procesos que promovían un aumento de
productividad eran subestimados o embellecidos porque acercaban
objetivamente las condiciones de posibilidad del comunismo.
El enaltecimiento del trabajo llevó consigo el menosprecio por otro
tipo de actividades y una nueva concepción del tiempo. Se juzgaba que
el tiempo era valioso desde el momento en el que estaba dedicado a la
producción y al trabajo. Ocuparlo con otras actividades era perder el
tiempo, "estar ocioso". Desde las primeras décadas del desarrollo
industrial dedicar tiempo al ocio fue sinónimo de degradación. Las
palabras de Benjamin Franklin "el tiempo es oro" ilustran el espíritu
de la época al respecto. Cuando Franklin hace referencia al trabajo
dentro del catálogo de virtudes, anota lo siguiente: "Trabajo: no
perder el tiempo; estar siempre ocupado en hacer alguna cosa
provechosa; evitar las acciones innecesarias".
E.P. Thompson en su obra Costumbres en común relata como se pasa de la
modalidad del trabajo en la que las tareas determinan los ritmos y la
dedicación al trabajo regulado por el tiempo. La primera modalidad
reúne dos características: a) es más comprensible desde un punto de
vista humano; b) establece una distinción menor entre el trabajo y la
vida. Las relaciones sociales y el trabajo están entremezcladas -la
jornada de trabajo se alarga o contrae de acuerdo con las labores
necesarias- y no hay conflicto entre el trabajo y el "pasar el
tiempo".
En la segunda modalidad los empresarios calculan sus expectativas
sobre el trabajo contratado en "jornadas (por ejemplo, cuánto cereal
podía segar un hombre en una jornada). El patrón dispone del tiempo de
su mano de obra y debe evitar que se malgaste. No es el quehacer el
que domina sino el valor del tiempo al ser reducido a dinero. El
tiempo se convirtió así en moneda: no pasaba sino que se gastaba
(Thompson, 1995). No es de extrañar que esta nueva evaluación del
tiempo llevara progresivamente a una reducción del número de fiestas
del calendario (Naredo, 1997)
El trabajo se convirtió, por otra parte, en el lugar privilegiado de
creación de solidaridad de las clases trabajadoras, pero al mismo
tiempo otros factores de sociabilidad fueron desestimados (los lazos
comunitarios, las identidades colectivas no basadas en el trabajo,
etc.). El pensamiento moderno inventó al individuo y a partir de esta
creación se vio en la necesidad de explicar la construcción de la
sociedad. Lo hizo mediante los modelos contractualistas de Locke, de
Hobbes o de Rouseau, pero también a través del artificio smithiano
conforme al cual la división del trabajo y el comercio juegan un papel
fundamental en la formación y estructuración de la sociedad.
Los rasgos del trabajo hasta aquí descritos están de alguna manera
presentes en nuestras actuales concepciones. Algunos de ellos, como la
noción del ocio, han sufrido recientemente modificaciones pero no
tanto como para alterar la idea de la superioridad del tiempo
entregado al trabajo sobre el dedicado a otro tipo de actividades. La
constatación de esta realidad llevó al historiador E.P. Thompson a la
siguiente reflexión: "Si conservamos una valoración puritana del
tiempo, una valoración de mercancía, entonces (el ocio) se convertirá
en un problema consistente en cómo hacer de él un tiempo útil o cómo
explotarlo para las industrias del ocio. Pero si la idea de finalidad
en el uso del tiempo se hace menos compulsiva, los hombres tendrán que
reaprender algunas de las artes de vivir perdidas con la revolución
industrial" (Arendt, 1993).
La era moderna incorporó a la consideración del trabajo aspectos muy
pocos positivos, sin embargo en el curso de la misma el trabajo
alcanzó una trascendencia en la conformación de la sociedad como nunca
tuvo en épocas anteriores. La crisis económica actual, sin embargo,
exige la puesta en cuestión de una buena parte de las ideas heredadas
sobre el trabajo, aunque ello no resulta nada fácil. La pensadora
alemana Hanna Arendt, anticipándose en algunas décadas a la situación
actual de desempleo expresaba así su escepticismo: "La Edad Moderna
trajo consigo la glorificación teórica del trabajo, cuya consecuencia
ha sido la transformación de toda la sociedad en una sociedad de
trabajo. Por lo tanto, la realización del deseo, al igual que sucede
en los cuentos de hadas, llega un momento en que sólo puede ser
contraproducente, puesto que se trata de una sociedad de trabajadores
que está a punto de ser liberada de las trabas del trabajo y dicha
sociedad desconoce esas otras actividades más elevadas y
significativas por cuya causa merecería ganarse la libertad"
PREGUNTAS
1. 1. Realice una lectura reflexiva del anterior documento y establezca
los cambios que ha sufrido la palabra y el trabajo como tal a través
de la historiaLa globalización desde un punto de vista críticoEn lo económicoRTA/ La Palabra Trabajo no es la misma respecto a su significado en la actualidad ya que en la época primitiva no se le llamaba trabajo a las actividades que asían pero en la época moderna se le llamo trabajo a toda actividad que realice el ser humano para su vivir

RTA/ Bueno Hay algunos países que tiene dependecia económica y social respecto a otros países co el supuesto querer mejorar la economía del pais pero esto no se da para todos los casos por el contratrio hace que algunas pequeñas empresas como las del régimen simplificado se destruyan dándole paso a las potencias

3.ESTABLEZCA LA RELACION ENTRE LA GLOBALIZACION DE LA ECONOMIA, LA
RTA/globalización han desarrollado tantas cosas lo cual ha generado gran movimiento en el comercio y la economía y con esto grandes procesos tecnológicos que muchas veces nos atrapan a nosotros y hace que caiga el mundo en gran crisis.

4 ANALICE EL PARRAFO ANTERIOR Y ESTABLEZCA LA RELACIÓN DE ESTE CON
LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO.
LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO.
RTA/ Bueno los tratados de libre comercio hace que avancemos mas tecnológicamente pero esto nos trae consecuencias malas ya que hace que se genere mucho menos empleo ya que la maquinaria remplaza la mano de obra

5 ESCRIBA LAS VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS POLITICAS ECONOMICAS QUE
ADOPTARON LOS PAISES LATINOAMERICANOS.
ADOPTARON LOS PAISES LATINOAMERICANOS.
RTA/
Ventajas: que obteniendo esos pensamientos se despertaron y decidieron emplear nuevas estrategias
Desventajas: que ya que las potencias venían a instalarse como grandes empresas los demás solo podían tener una economía ocmo máximo mediana

6 EXPLIQUE LAS TEORIAS EXPUESTAS POR LOS ANTERIORES AUTORES EN CUANTO A LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA.
RTA/ Lester C, No habla que nosotros optamos por llevar una globalización muy rápida y nos apartamos de el comunismo y solo nos enfocamos en obtener plata para nuestro propio bien uniéndonos al capitalismo y que salir de esto es muy difícil
Alain Touraine no dice algo parecido a lo anterior que solo vivimos en el capitalismo extremo donde solo queremos comprar y producir para nosotros mismo

7. QUE EFECTOS CAUSA LA GLOBALIZACION EN PAISES COMO COLOMBIA.
RTA/ Bueno las potencias buscan restablecer mando en países como Colombia ya que somos muy ricos en cuanto a riquezas naturales para poder extraerlas y tener aceso a ellas y poder subir su capital haciendo que supuestamente suba nuestra economía en cuando a las tecnologías y a las vez destruyendo a las micro empresas
8. PROPONGA UNA POSIBLE SOLUCION PARA ENFRENTAR LOS ACTUALES DESAFIOS
DE LA ECONOMIA GLOBAL.
DE LA ECONOMIA GLOBAL.
RTA/ Una solución es el sentido de pertenencia que debemos tener en cuanto a nuestra colombia lograbdo sacar a delante las micro y mediana empresas comprándoles artículos colombianos pero por el contrario siempre queremos comprar artículos de E.E.U.U o de China

9.DEFINA DE FORMA CORTA COMPETENCIA LABORAL Y NORMA DE COMPETENCIA
LABORAL.
LABORAL.
RTA/
COMPETENCIA LABORAL: una capacidad efectiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral plenamente identificada.
NORMA DE COMPETENCIA: Es un documento en el que se registran las especificaciones con base en las cuales se espera que sea desempeñada una función productiva

10.CON QUE FIN SE NORMATIZAN LAS COMPETENCIAS LABORALES ENTRAR EN GOOGLE DIGITAR CATALOGO DE NORMAS DE COMPETENCIA LABORAL SENA E IR A LA PAGINA TITULACIONES Y NORMAS DE COMPETENCIA SENA DAR CLIC EN VER CATALOGO DE NORMAS; LEALAS.
RTA/El fin con el cual se normalizan las competencias laborales es organizar, estructurar procesos con los pasos productivos que faciliten los procesos de evaluación, certificación, formación y gestión de la actividad humana.

11.DE UNA OPINION REFLEXIVA DE ESTAS NORMAS.
RTA/ Estas normas son muy importantes en cuanto a los trabajadores tanto en el hogar como en el momento de trabajar asiendo respetar sus derechos pero para esto deben de conocerlas

12.TENGA EN CUENTA LA LEY DE EMPLEABILIDAD Y PROTECCION SOCIAL SANCIONADA POR EL GOBIERNO Y OPINE SI HA CUMPLIDO CON SU PROPÓSITO.
RTA/ Esta ley esta estipulada pero hay muchas personas las cuales no se le sesta cumliendo esta ley optando por la economía de la empresa pero al ser descubiertas deben de pagar una multa

13.MEDIANTE QUE LEY SE FUSIONÓ EL MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL CON EL MINISTERIO DE SALUD Y QUIEN LA DEFENDIÓ.
RTA/ LEY 790 DE 2002 y la defendióFernando Londoño Hoyos.

14. COMPARE SU RESPUESTA A LA PREGUNTA 12 CON LA INFORMACION ANTERIOR Y ESTABLEZCA SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS.
RTA/ Las semejanzas es que las dos buscan la protección del ciudadano su protección social y laboral

15. CUALES SON LAS CARACTERISTICAS DEL FONDO DE PRESTACION SOCIAL CREADA POR EL ESTADO Y CUALES SON SUS FUNCIONES.
RTA/ las funciones que tiene es financiar los programas sociales que el Gobierno Nacional defina como prioritarios y demás proyectos y programas para obtener la paz.
RTA/ las funciones que tiene es financiar los programas sociales que el Gobierno Nacional defina como prioritarios y demás proyectos y programas para obtener la paz.
16. ANALICE EL ORIGEN DE LOS DINEROS DE FINANCIAMIENTO DEL FONDO DE PROTECCIÓN SOCIAL Y PROPONGA OTRAS FUENTES DE POSIBLES RECURSOS ECONÓMICOS.
Rta/: Supongo que los dineros vienen de otros países pues son ellos los que están mas de seguido acá, sería beneficioso seguir recibiendo dinero de aquellos países pues eso ayuda a los países vecinos y a nosotros a recaudar dinero.
Rta/: Supongo que los dineros vienen de otros países pues son ellos los que están mas de seguido acá, sería beneficioso seguir recibiendo dinero de aquellos países pues eso ayuda a los países vecinos y a nosotros a recaudar dinero.

17. LEA EL SIGIENTE ARTICULO Artículo 25 28 29 51 ley 789 de 2002.
ESCRIBA EN QUE HA BENEFICIADO ESTA LEY AL TRABAJADOR COLOMBIANO.
Rta/: Ha desprotegido al trabajador ya que las horas extras no se le brinda salud a las personas que trabajan en otros lados también se ha optenido ganacias el estado ya que se bajaron los costos de horas extras
ESCRIBA EN QUE HA BENEFICIADO ESTA LEY AL TRABAJADOR COLOMBIANO.
Rta/: Ha desprotegido al trabajador ya que las horas extras no se le brinda salud a las personas que trabajan en otros lados también se ha optenido ganacias el estado ya que se bajaron los costos de horas extras

18. CONSULTE OTRAS LEYES QUE LE DEN PROTECCION A LAS PERSONAS COLOMBIANAS.
RTA/ Otras leyes que brindan protección a los ciudadanos colombianos son:
ley 100 de l993; Ley 986 de l2005 & La Ley 387 del 1997.
ley 100 de l993; Ley 986 de l2005 & La Ley 387 del 1997.

19. LEA EN INTERNET CONTRATO DE APRENDIZAJE SENA Y TENGA EN CUENTA SUS CARACTERISTICAS EDAD MINIMA APOYO DE SOSTENIMIENTO MODALIDADES TERMINACION DEL CONTRATO INCUMPLIMIENTO DE LA RELACIÓN DE APRENDIZAJE POR PARTE DEL APRENDIZAJE, TENGA CLARIDAD ACERCA DE LOS DEMAS ASPECTOS CONTEMPLADOS EN EL CONTRATO DE
APRENDIZAJE.
APRENDIZAJE.
RTA/ Los aprendices la edad minima es de años
Su aprendizaje debe tener como máximo dos años de aprndizaje y en la que una persona natural recibe formación teórica en una entidad de formación autorizada con el auspicio de una empresa patrocinadora que suministra los medios para que adquiera formación profesional metódica y completa requerida en el oficio,

20. LEA EN LA CONSTITUCION COL OMBIANA LOS ARTICULOS 48 Y DEL 53 AL 57 Y CONCLUYA DE QUE MANERA EL ESTADO HA CUMPLIDO CON ESTAS LEYES.
Rta/: En los artículos 48, 53 y 57 hablan acerca de cómo la constitución debería efectuar todas las leyes y lo relaciona mucho con lo que Colombia quiere garantizar respecto al campo del trabajo y la seguridad social,en conclusión el gobierno Colombiano no lo cumple pues muchas veces se preocupa por otras cosas y no por la seguridad social.
Rta/: En los artículos 48, 53 y 57 hablan acerca de cómo la constitución debería efectuar todas las leyes y lo relaciona mucho con lo que Colombia quiere garantizar respecto al campo del trabajo y la seguridad social,en conclusión el gobierno Colombiano no lo cumple pues muchas veces se preocupa por otras cosas y no por la seguridad social.

No hay comentarios:
Publicar un comentario